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Patrullando

Pan había crecido alrededor de los luchadores más fuertes del planeta Tierra. Su abuelo, Goku, su padre, Gohan, y del lado de los humanos, su abuelo, Mr. Satán, y su madre, Videl. Su padre era un gran estudioso y, junto a su madre, escribieron un libro sobre el control del ki, sobre cómo usar las ondas de ki para defensa personal y sobre cómo volar… Aunque las técnicas más especiales quedaban en la familia, no querían que cayeran en las manos equivocadas.
Durante el día, Gohan y Videl vivían sus vidas normales, pero por la noche, eran el Gran Saiyaman y la Gran Saiyagirl.
En el cumpleaños número quince de Pan, ella abrió sin cuidado un regalo envuelto en papel naranja. Tenía una sonrisa de oreja a oreja, pensando que se trataría de un nuevo gi como el de su abuelo, ya que el que tenía ya le quedaba corto en los tobillos. Sin embargo, su sonrisa se borró al ver de qué se trataba… ¿De un traje Saiyaman para ella?
Levantó la mirada y vio a sus padres esperando su reacción con emoción, tomándose de las manos. Pan, sin querer arruinarles la ilusión, volvió a sonreír.
—¡Gracias mamá, papá! ¡Me encanta!
—¿En serio? —preguntó Videl—. ¿Entonces, lucharás contra el crimen junto a nosotros? ¡Ya eres tan fuerte como nosotros de niños, después de todo!
—¡Sí! —hizo una pausa—. Pero… esperen, no haré esos bailes ridículos con ustedes.
Gohan rió.
—Claro, hija, no tienes que hacerlos si no quieres… ¡Pero tú te lo pierdes!

***

Por la tarde, los tres se pusieron sus trajes para proteger la ciudad como familia. A pesar de que ahora las personas comunes podían, por lo menos, levitar y a veces, tirar ondas de ki… los que eran más habilidosos en el asunto solían usarlo para el mal. Rompían las cajas fuertes de los bancos y las vidrieras reforzadas de las joyerías con sus ataques, y usaban su vuelo para escapar con más facilidad. Así que, hasta que las autoridades como los policías tuvieran el mismo nivel de poder que ellos, estos héroes disfrazados eran más necesitados que nunca.
Patrullaron desde las alturas por varios minutos, con el viento sobre sus caras al volar con rapidez. Eventualmente, escucharon un escándalo proveniente de un shopping, desde el que la gente gritaba o salía corriendo.
—Bajemos —dijo Videl, y eso hicieron.
Entraron al shopping, que tenía vista al cielo y dos pisos conectados por unas escaleras eléctricas. Había un trío de ladrones en un local de ropa, que estaba amenazando a la dueña del lugar desde la puerta. Por el pánico, ña muker tiraba su dinero por los aires para que la dejen en paz. Sin embargo, eso no era suficiente para los malhechores.
Una ladrona pelirroja, que le estaba apuntando con un arma a la mujer, empezó a decirle que hacer a sus compañeros. Uno era un anciano al que se le veía el bigote bajo la máscara, y la otra, una chica de cabello rosado con la altura de un niño.
—Toma la bolsa que trajimos y mete la ropa más cara que encuentres, la venderemos más caro —le dijo a la chica y luego se dirigió al hombre—, toma el dinero, no dejaremos que se nos escape ni un billete.
El hombre empezó a hacer lo que se le pidió, y la mujer entró al local, por su altura, era difícil notarla. Entonces, empezó a agarrar prendas de a cinco, sin mirar.
Luego, los ladrones escucharon los pasos de tres personas acercándose. Era la familia Saiyaman.
—¡Alto ahí! —exclamó Videl— ¿Cómo se atreven a robar y amenazar a otras personas? ¡Nos las pagarán!
A la líder se le fue todo el color de la cara.
—¡Aaaah! ¡Saiyaman y Saiyagirl…! —Notó a la niña junto a ellos—. Y… ¿Saiyakid?
—¡Así es! —dijo Gohan.
Entonces, la pareja empezó a hacer su extravagante baile de presentación. La líder de los ladrones vio una oportunidad para escapar mientras ellos estaban distraídos con sus movimientos. Rápidamente, y con descaro, se dio la vuelta y se fue corriendo por su vida, dejando atrás a sus compañeros (La dueña del lugar también huyó en medio del escándalo).
—¡Oye! ¿Qué crees que haces? —le dijo el anciano con indignación.
—¡Solo corre, idiota!
—No correré. Yo si leí el capítulo de cómo volar del libro de Son-Satán, no como tú.
El hombre cerró los ojos y se esforzó para poder volar, lo que resultó en que levite unos pocos centímetros por encima del piso.
Pan, que no estaba bailando, suspiró y usó su control de ki para crear una soga con la que atrapar a la mujer ladrona que huía. La arrastró hacia donde estaba su compañero y los ató, atrapandolos.
—¡Ay! ¡Maldita sea! —se quejó la mujer mientras pataleaba—. ¡No me ganarán… toma esto!
La mujer le disparó a Pan, sin embargo, las balas se aplastaron al tocarla y cayeron al piso, sin haberle hecho ningún daño. Ahora sí que Pan se había enojado.
—¡Ey, esta ropa es nueva y mis papás trabajaron muy duro para hacerla, no le vayas a hacer ningún agujero!
Pan caminó hacia los ladrones mientras ellos temblaban de miedo. Sin esfuerzo, aplastó y dobló la punta del arma de la mujer, dejándola inútil.
—¡Wuu! ¡Muy bien, hij… digo, Saiyakid! —festejó Videl.
Pan hizo un puchero.
—¿Cuánto tiempo se iban a quedar haciendo poses? ¡Casi se nos escapan!
—Ah, es que queríamos que tú fueses la protagonista —dijo Gohan—, ahora, hay que llevarlos con la policía.

***

Mientras tanto, dentro del local, la mujer de pelo rosado estaba escondida entre la ropa.
—¡Uf! ¡Realmente no me vieron! Mas vale que me escabulla de aquí…
Entonces, la chica sintió un escalofrío al oír la voz de alguien.
—¿Hola? —dijo una voz cantarina—. ¿Hay alguien? Es que me gustaría comprar este vestido…
La chica, temerosamente, salió de su escondite detrás de los jeans, y vio que la joven del vestido era nada más y nada vemos que Bulla, ¡La hija de la famosa Bulma Briefs!
La chica sonrió. Si lograba engañar a esa niña, ¡conseguiría mucho más dinero!
—Oh, sí, ya veo. ¡Solamente con verte sé que te quedaría hermoso! Está unos… —Pensó por unos momentos—. ¡Cien millones de yenes!
Los ojos de Bulla se abrieron más por el shock.
—Vaya. Bueno, está bien. Es algo caro, pero no es nada que mi mami no pueda pagar.
Bulla sacó su tarjeta y se la ofreció a la chica, a la que le brillaban los ojos al verla. Ella la tomó, y su sonrisa de falsa amabilidad se convirtió en una mueca de maldad.
La chica levantó la palma, lista para tirarle una onda de ki a Bulla —¡Esta es la última vez que verás este dinero! ¡Jajaja!

***

Por otro lado, la familia Saiyaman estaba llevando a los otros dos ladrones a la policía. La pelirroja estaba furiosa y no paraba de amenazar.
—¡Me las van a pagar! ¡Me las van a pagar los tres! Nos habrán atrapado a nosotros, ¡Pero este no es el fin de nuestra banda!
Videl la miró con una expresión seria.
—¿A qué te refieres con eso?
—Ah… pues…
Pan se detuvo a pensar.
—¡Ayy! ¡Ya sé! ¡No es el fin porque se nos olvidó uno! —Pan empezó a volar hacia la otra dirección—. ¡Ahora vuelvo!

***

Pan rápidamente regresó al shopping, frunciendo el ceño con preocupación. ¿Y si el ladrón restante había herido a alguien?
Pan descendió al llegar y se dirigió al local de ropa, entonces, vio que había un grupo de personas reunidas en la entrada… ¿Observando una pelea?
Temiendo lo peor, Pan se hizo paso a través de las personas y entró al local. La ladrona de la que se habían olvidado estaba tirada en el piso, con la mano sobre un chichón en su cabeza. Una chica vestida de rojo y con el pelo dorado le estaba gritando. ¡Era Bulla transformada en súper saiyajin! Su ceño fruncido y su hostilidad mostraban su parecido con su padre.
—¿Cómo te atreves a intentar robarme, insecto? ¡Tu estúpida onda de ki perforó el vestido que quería! ¿Sabes lo difícil que es encontrar uno tan bonito? Ah, claro que no, ¡si tu ropa son solo harapos! Conocerás la ira de la Princesa de todos los… ¿Eh?
Bulla, al percibir un ki familiar, miró hacia la entrada del local.
—¿Eres tú? Puedo reconocerte bajo ese traje.
Pan la estaba mirando con la boca abierta, con galaxias en los ojos, y las manos sobre sus cachetes por sorpresa.
—Wow… ¡Nunca te había visto así! ¡El rubio te queda espectacular!
El rubor en las mejillas de Bulla fue exacerbado por el resplandor del aura dorada a su alrededor.
—Ajaja, ay, quería que sea una sorpresa… Iba a ir a tu fiesta esta noche y mostrarte esta transformación ahí, pero ya me viste y ahora la sorpresa se arruinó… —Los ojos de Bulla brillaron por lágrimas de pena.
Pan se acercó y tomó una de sus manos, con la otra, tomó a la ladrona para asegurarse de que no se escape, como si no conllevara ningún esfuerzo.
—¡Está bien! Te vi cuando las dos estábamos combatiendo el crimen, realmente no hay una ocasión más perfecta.
Bulla sonrió.
—¡Que bueno! ¡Feliz cumpleaños, P... digo, amiga!
Bulla hizo una reverencia y la multitud en la entrada, bastante confundida, empezó a aplaudir. Para ese momento, la policía ya había llegado a la escena, y se llevaron a la ladrona que quedaba sin atrapar.

***

Pan estaba maravillada de que Bulla ya pueda transformarse en súper saiyajin, pronto ella también podría.
—Bulla, ya le avisé a mis padres que estamos juntas. ¿Quieres ir a patrullar conmigo?
—¡Claro! ¡Esta es como una noche de chicas!
Bulla ya se había destransformado, y su rostro era tan gentil como siempre. Sin embargo, Pan había visto su temible lado saiyajin… el cuál le encantaba tanto como este.
Pan pensó que debería comprarle un vestido ella misma, solamente por cuánto la quería.
—¿Qué pasa, Pan? ¿Por qué me miras tanto?
Pan sonrió dulcemente.
—Nada. Solo estoy muy orgullosa de que seas tan fuerte…
Bulla se quedó en silencio, sintiéndose halagada. A Pan le dio vergüenza ser tan amable y, apuntándose a si misma con el pulgar, agregó:
—¡Pero pronto voy a ser el doble de fuerte!
Tras eso, Pan se fue volando con ventaja. Bulla sonrió para sí y la siguió, lista para sobrepasar sus límites de poder con su compañera de aventuras.