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Día de la Independencia sale mal (sale bien)

En una fría mañana del nueve de julio, Amarillo estaba desayunando con unos mates mientras pasaban un raro programa de iglesia en la televisión. 

—Ratty, ¿Se puede saber a dónde llevaste el control remoto? —le dijo a su Rattata.

A su Pokémon le gustaba jugar con objetos pequeños y esconderlos, al principio era gracioso así que Amarillo lo permitió, pero luego se arrepintió de ello ya que Rattata le escondía el control remoto todas las mañanas... Y Amarillo ya no podía soportar los sermones.

Un rato después, Rattata le trajo el control remoto que estaba escondido bajo su camita, pero de todos modos ya faltaban tres minutos para que Amarillo tuviera que irse a la escuela, así que no alcanzaría a ver nada...

Suspiró, todo por jugar con Ratty...

 

Llegó a la escuela y se sentó en su pupitre usual en el salón, nerviosamente miró la puerta esperando a que llegara su crush. Shigeru Ohkido... Un niño que había venido de Japón y se había mudado al barrio hace poco. Tenía cabello castaño, y siempre llevaba un collar por sobre el delantal blanco. Amarillo a veces se preguntaba si acaso se lo había dado otra chica y se llenaba de celos...

Entonces, ella desvió la mirada cuando Ohkido apareció por la puerta para no parecer rara. Se sonrojó cuando él pasó a su lado para sentarse atrás, le parecía tan bonito. Quizá ahora que Amarillo iba a ser la abanderada en el desfile escolar de la Independencia a final de hora, Ohkido finalmente la notaría...

 

Dos horas después, terminó la clase de Geografía. Antes de tener la siguiente clase, tendrían el desfile en el patio de la escuela. Amarillo estaba en la sala de preceptores junto a los escoltas, sosteniendo la bandera con el tahalí sobre su hombro. La preceptora amablemente acomodó el asta de la bandera, sin sostenerla, ya que Amarillo no la estaba llevando firmemente.

—Muy bien, Caballero, ahora ponete más erguida.

Amarillo hizo eso mismo, y junto a los escoltas, empezaron a marchar hasta el patio, donde estaban todos los demás alumnos. Al llegar al patio, se situaron en el centro y se empezó a cantar el himno. Amarillo seguía cantándolo pero al ver a Ohkido entre la multitud, mirándola obviamente al estar ella en el centro, su corazón se aceleró... Eso no era bueno para sus episodios de narcolepsia, causada no por genética sino por somatización... Antes de darse cuenta, a Amarillo le empezaron a pesar los párpados y sus rodillas se debilitaron. Cayó al piso de cemento, desmayándose e interrumpiendo la ceremonia.

—¡Amarillo! —exclamó la preceptora—. Otra vez no...

 

Un rato después, Amarillo despertó en el salón. Vio por la ventana como la ceremonia había continuado sin ella, con el primer escolta como abanderado. Ay no... Esperaba que su tío no estuviera decepcionado cuando le contara lo que pasó... Al menos como la preceptora la agarró justo, solamente se raspó las rodillas en vez de golpearse la cabeza. No había enfermera en esa escuela así que hacían lo que podían, probablemente ya habían llamado a su tío para que viniera y la llevara de vuelta a su casa. Pero vivían lejos así que tardaría al menos media hora en llegar...

Al estar sola en el salón porque todos los demás estaban en la ceremonia, la melancolía de Amarillo aumentó, y lágrimas brotaron de sus ojos. 

—¿Por qué, por qué siempre me desmayo? ¿Por qué siempre es lo mismo...?

En su llanto, miró hacia abajo, a su pupitre, entonces notó que alguien había dejado un collar ahí con una nota.

—¿Eh?

Amarillo abrió la nota y la leyó.

«Amarillo Caballero:

Soy Shigeru, el que se sienta atrás tuyo. 

Este es el collar que me regaló mi abuelo. Según mi familia, puede curar cualquier aflicción y proteger de los males.

La preceptora nos dijo que siempre te desmayás, así que te lo regalo para que te sientas mejor.

Beso

Shigeru Ohkido»

La niña sonrió. Ohkido finalmente la había notado... Quizá cuando terminara la ceremonia por fin podría hablar con él un momento antes de irse.

 

Desde la ventana, vio regresar a todos a sus salones, pronto Ohkido estaría por ahí. Se puso el collar y salió del salón para hablar con él en el pasillo. Efectivamente, Ohkido estaba regresando junto con sus demás compañeros; Amarillo lo detuvo para hablar con él.

—Gracias por el collar... Creo que no habíamos hablado personalmente antes.

—Es verdad... Gusto conocerte, Bella Durmiente —dijo el niño con una sonrisa—. ¿Ya te vas? Tenés puesta la mochila.

—Sí, me vienen a retirar por si me desmayo otra vez... Te quería preguntar... ¿Nos sentamos juntos mañana?

Ohkido desvió la mirada.

—Ah... Sí, claro. Soy nuevo, no pensé que me iba a sentar con alguien tan rápido... En fin. Que te vaya bien, no te duermas en el camino, ¿eh?

Ohkido le guiñó el ojo y volvió a entrar al salón. Sonriendo, Amarillo lo vio irse. Luego, al final del pasillo, vio a su tío que había llegado para retirarla. Ambos se fueron de la escuela, y su tío notó la alegría de su sobrina tras hablar con ese chico.

—¿Un noviecito?

Amarillo se sonrojó.

—¡Tíooo! ¡No!