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Impredecible

En el frío febrero en Kanto, Blue se encontraba en su gimnasio de Ciudad Verde, luchando contra los retadores que se habían anotado para enfrentarlo ese día. Estaba luchando contra tres entrenadores junior al mismo tiempo, no representaban un reto para él al haber sido finalista en el Campeonato Pokémon años atrás. 

En el campo de batalla, estaba el Arcanine de Blue, luchando contra los Rattata, Diglett y Nidoran de los retadores. El Rattata hundió su colmillo en el pelaje de Arcanine, sin poder atravesarlo, luego, el Diglett usó el movimiento Magnitud para sacudir el piso, sin embargo, el Arcanine no perdió el equilibrio como esperaban. De hecho, ni siquiera Blue lo perdió, al haber estado en tantas batallas intensas en esos tiempos esas cosas ya no lo afectaban.

En su lugar, el movimiento solo logró que el Rattata se cayera, entonces, en un movimiento algo desesperado, el Nidoran se lanzó al Arcanine de Blue y usó Ataque Furia, con ese movimiento rasguñó la cara del Pokémon con cada vez más fuerza, pero el tigre simplemente se quedó mirando al más pequeño con una sonrisa, sin inmutarse. 

—¡No puede ser! Así nunca ganaremos la Medalla Tierra... Blue nos concedió el primer movimiento, pero de igual modo no pudimos hacerle ningún daño a su Pokémon... —dijo uno de los niños. 

Blue sonrió.

—Si van a luchar los tres juntos, deberían aprender a trabajar en equipo... Pero sus movimientos no estuvieron sincronizados, y hasta perjudicaron a uno de sus Pokémon... 

El Rattata que estaba en el piso se sobó el chichón en su cabeza.

»Es importante, además, que no se asusten al luchar. Un buen entrenador es alguien que debe mantener la calma... Vuelve, Arcanine. —Blue lo regresó a su pokébola y le dio la espalda a los retadores—. Han mejorado desde la primera vez que me enfrentaron, lo reconozco, pero deben entrenar más si quieren obtener la medalla. ¿O piensan que con esto es suficiente para clasificar al Campeonato?

Los retadores se encogieron ante la severidad de las palabras de Blue.

—S-sí, señor...

—Pero no sabemos cómo debemos entrenar a nuestros Pokémon... Si tan solo tuviéramos un maestro...

Blue sonrió, perdido en sus pensamientos.

—Yo una vez hice de maestro para alguien... —murmuró, con la imagen de esa chica rubia en su cabeza—. Pero no crean que los entrenaré. Deben encontrar su método por sí mismos. No pierdan más tiempo y vayan a entrenar ahora.

Motivados, los retadores se fueron corriendo con sus Pokémon hacia el Bosque Verde para subir de nivel a su equipo. Blue los vio irse desde la puerta, desde allí, podía ver aquel bosque. El viento movió su cabello y las hojas de los árboles, tras un momento de observación bajó la mirada a sus manos y vio unos copos de nieve en sus palmas. 

—Hm. Con que ya es esta estación. Justo a tiempo para el catorce de febrero...

Desde su pokébola, Charizard miró a su entrenador con una ceja levantada. Blue se cruzó de brazos.

—Es obvio que no pienso hablarle de eso a ella... Pero soñar no le hace daño a nadie. Y al ver este bosque frente a mí... Es como si ella estuviera aquí ahora.

En su mente, vio a esa chica rubia una vez más, con una sonrisa radiante, esa expresión tan inocente que aún brillaba en su rostro, a pesar de todas las batallas y todos los monstruos a los que afrontó... Su corazón se aceleró aunque sabía perfectamente que el destino de Yellow estaba al lado de otra persona... 

Red...

Blue era alguien que acostumbraba a tener el control sobre todo, al menos hasta que conoció a Yellow. Su don de ser impredecible le molestaba y le agradaba al mismo tiempo. Nunca esperó desarrollar sentimientos tan profundos por ella, especialmente considerando que a Yellow claramente le gustaba Red, pero eso era parte de su magia.

Con sus impresionantes poderes, Yellow era como un hada, volando alrededor de los ojos de Blue incluso cuando estaba ausente, dejando el glitter de sus alas sobre sus hombros como copos de nieve...

Hablando de copos de nieve... Blue tembló y se dio cuenta de que debería volver adentro. 

—Feh. Otra vez soñando despierto. ¿Quién soy yo para decirle a esos retadores qué hacer?

Blue se dio la vuelta para volver a entrar, pero mientras hacía eso le pareció ver amarillo...

—¡Hola, Blue!

La miró. Tenía puesto su sombrero y las manos tras su espalda.

—Ah, hola, Yellow. ¿Qué te trae por aquí?

Yellow sonrió. 

—Estaba en el bosque con mis amigos... Ya se está recuperando de los experimentos de Giovanni pero mi equipo aún debe ayudar a que ocurra. Pero al estarse recuperando al fin, la flora bonita está regresando... —explicó.

—Ya veo. ¿Necesitas mi ayuda con eso?

—Jeje, no, en realidad, solamente quería traerte un regalo por ser tan bueno conmigo ahora que puedo...

Yellow sacó sus manos de su espalda y le mostró un ramo de flores del Bosque Verde a Blue. Por la apariencia del ramo, parecía que había cosido el papel que mantenía las flores juntas ella misma... Tenían el aroma de la luz dorada del sol.

Blue no pudo evitar ponerse rojo. ¿Yellow le trajo flores... el catorce de febrero?

—Ah... Eh... 

La sonrisa de Yellow cambió a una expresión de preocupación.

—¿Qué? ¿No te gustó? Debí pensarlo. ¿A ti no te gustan estas cosas, verdad?

Blue agitó las manos.

—No, no, no me malinterpretes. Te quedó muy bien, lo aprecio. —Tomó el ramo—. Pero... ¿Por qué...?

Yellow sonrió.

—Ya te dije: Porque eres bueno conmigo.

Blue la miró fijamente, ladeando la cabeza.

—¿Sabes qué día es?

Yellow se rascó el mentón.

—Eh... No llevo la cuenta, la verdad.

Ah.

Con que no sabía el significado de darle un regalo a alguien el catorce de febrero...

—No importa. Gracias, Yellow —dijo con una sonrisa y un nudo en la garganta—. Debería ir a entrenar a mi equipo.

—¿Podemos entrenar juntos? Hace mucho que no lo hacemos.

Blue asintió, ya entrando de vuelta al gimnasio.

—Claro, de todos modos no había más retadores anotados para hoy, así que será buen entretenimiento.

 

Al entrar, Blue dejó el ramo sobre una mesa y se dispuso a luchar.

Esta vez, el enfrentamiento que se estaba dando en el cuadrilátero era entre Charizard y Dodrio. Al saber que Yellow venció al Alto Mando, Blue no se contuvo durante la batalla, los Pokémon de la chica parecían inofensivos pero su estrategia era imbatible...

Dodrio logró confundir al Charizard, dejándolo fuera de combate sin que ningún Pokémon saliera lastimado, como era típico de Yellow. 

—No sé cómo haces que tus Pokémon suban de nivel así, pero quizá debería aprender de ti, considerando tus logros —dijo Blue mientras regresaba a su Charizard a su pokébola.

—¿Tú, aprender de mí? Si tú me enseñaste a luchar, jeje...

Blue sonrió ausentemente, temía que Yellow lo viera solo como su maestro y ni siquiera como su amigo...

Pero antes de poder responderle, Yellow cabeceó y sus ojos se cerraron. Blue la sostuvo de los hombros antes de que cayera al piso. Su sombrero se cayó mostrando su largo cabello, Blue la miró por un momento sabiendo que era muy poco frecuente verla así.

—Yellow. Despierta.

Yellow abrió los ojos. Al ver a Blue de frente, sus mejillas se enrojecieron. Se puso derecha y bostezó.

—¿Siempre te quedas dormida de repente, verdad? —dijo Blue, alejándose—. Deberías ver a un médico o algo.

Yellow rió y se puso el sombrero de nuevo.

—Sí, tienes razón... Me pasa desde niña. Especialmente cuando me pongo nerviosa...

Blue levantó una ceja.

—¿Te pusiste nerviosa en este momento? ¿Por qué?

Yellow desvió la mirada. 

—"Debería aprender de ti"... Y "Considerando tus logros"... —murmuró—. Eso dijiste. Sonó como si tú me admiraras.

—Ah... Tal vez. Pero que no se te suba a la cabeza.

Los ojos de Yellow brillaron.

—Blue...

—¿Ajá?

Yellow juntó sus manos nerviosamente.

—En realidad... Sí sé qué día es hoy. Catorce de febrero... Green me dijo qué hace especial a este día. Así que decidí recolectar algunas flores por aquí... Para ti... Pero quería ver tu reacción primero.

Blue se quedó en silencio.

—Pero... ¿Por qué no se las diste a Red?

—¡Admiro mucho a Red, sí! Pero saber que yo no le gusto hizo que cerrara ese capítulo de mi vida... Y en realidad me gustas tú... Perdón.

—¿Qué? ¿Por qué te disculpas conmigo? Yo acepté tu regalo, Yellow... Tú también... me gustas. 

Yellow sonrió con lágrimas en los ojos, y abrazó a Blue. Blue se congeló por un momento, y luego, correspondió el gesto.

Pronto, sintió a Yellow roncar suavemente en su hombro...

—Erm... ¿Yellow?

—Ah, sí, sí, ya me desperté. 

Soltó a Blue y le sonrió. Blue la admiró, con sus ojos brillando como diamantes. 

—Blue, ¿Quieres ir al festival de invierno conmigo? Van a haber lámparas de hielo... Quiero verlas contigo.

Blue asintió con una sonrisa.

—Por supuesto.

Esa chica, tan impredecible como siempre… Ahora Blue tenía aquellas flores como prueba de su amor. ¡Ojalá que Red no se enojara cuando volviera del Monte Plateado!