“Después del final viene el principio”. Phoenix nunca pensó que volvería a la Universidad Ivy, pero tenía que recuperar su distintivo de alguna forma tras ser rehabilitado como abogado: Dando el examen de abogacía nuevamente… pero sin ninguno de los preparativos de estudiante. Edgeworth lo ayudó a organizarse y a re-acostumbrarse a su antigua profesión, no obstante, siguió siendo una tarea muy difícil para él. Quizá, incluso más difícil que la primera vez que dio el examen, con todas las actualizaciones a los temas tomados…
Claramente, después de responder a las preguntas de los profesores, profesores que en algunos casos ya conocía; Phoenix estaba agotado. Caminó a paso tranquilo por el pasillo del tercer piso de la universidad, sumido en la nostalgia, aunque no lo suficiente como para desviarse de su camino a la cafetería. …Ah, la cafetería. La imagen de Dollie, más bien de Iris, apareció en su mente por unos instantes. Pero no era momento de pensar en eso, era hora de comprarse una buena comida como premio por su buen o mal trabajo: No sabría el resultado del examen hasta dentro de un mes…
Al llegar, se acercó a la máquina expendedora que se encontraba allí, y solo el ver las imágenes de ejemplo que estaban al lado del cristal le abrió el estómago. Eligió su comida en su mente… Un café y unas cosas dulces. No obstante, al ver los precios, y su solitaria billetera, no pudo evitar quejarse en voz baja… Su situación económica estaba tan mal como siempre, ya que aún era nada más que un pianista sin talento. Suspiró, rascándose la frente, que estaba sudorosa por toda la ansiedad que pasó.
Entonces, escuchó a alguien acercándose, el sonido de las suelas de botas altas y cadenas moviéndose. Phoenix inhaló, sorprendido, solamente podía tratarse de una persona. Sabía que el fiscal Klavier Gavin iba a dar un seminario en esa misma universidad, esa misma semana… No pensó que realmente se lo cruzaría en algún momento.
—¿Señor Wright…? —Klavier preguntó sin certeza.
—Eh, hola —Phoenix dijo en voz baja, todavía dándole la espalda.
—Ah, hola. No estaba seguro de si era usted. ¿Por fin dejó ese estilo de vestir extraño y se vuelve a vestir formal, eh?
Phoenix prácticamente pudo escuchar una sonrisa en su tono de voz, y de repente, se sintió avergonzado de lo que sea que Klavier podría estar mirando. Se volvió hacia él.
—Ya era hora ¿no? y usted debería hacer lo mismo —dijo levantando una ceja—. ¿Del mismo modo en el que usted dejó ese acento alemán suyo, por lo que veo?
—Ah —Klavier murmuró por un instante, tomado por sorpresa—. Ah, ajaja. No sé de qué está hablando.
Klavier metió unos billetes en la máquina y sacó un chocolate.
—¿Usted qué quiere? —Klavier preguntó con naturalidad, probablemente notando que Phoenix se había quedado parado allí sin rumbo.
—Ah, pues, iba a comprarme uno de esos pastelitos y un café, pero… —empezó a explicar, pero dejó de hablar al estar avergonzado por no poder comprar nada de eso realmente.
Antes de que Phoenix pudiera terminar la frase, escuchó el sonido de algo cayendo a la parte de abajo de la máquina; Klavier le había comprado lo que quería.
—Tenga —le dijo con una sonrisa, ofreciéndoselo.
—Ah… ¡Gracias, señor Gavin! —Phoenix sonrió también, sorprendido, y tomó el “regalo”.
—Ahora, ¡el café!
Klavier lo tomó del brazo para sentarse juntos en alguna mesa. Phoenix se quedó quieto, sorprendido.
—C-creo que sí puedo comprarme el café yo… —Se rascó la mejilla—. ¿O es ésta alguna ocasión especial?
—Por supuesto. Sé por el señor Edgeworth que hoy, usted dió su batalla final para volver a ser abogado, ¿no es cierto? Tiene que contarme cómo le fue.
“Señor, señor, no es cierto”… Phoenix nunca lo había escuchado decir esas palabras tanto; generalmente Klavier las reemplazaba por palabras en alemán. ¿Había dejado de hablar así? Podría ser el caso ya que Phoenix de todos modos no lo veía hace mucho, como para haberse dado cuenta.
Pero cuando fueron a comprar sus cafés, Klavier le dijo al empleado: «Guten Tag, Herr Barista, quiero pedir un…», y el nombre innecesariamente complicado de una bebida.
—¿Usted qué quiere, señor Wright? —Klavier preguntó.
—Eh… un café con leche, Bitte —dijo Phoenix, solamente para ver la reacción de Klavier, era una de las pocas palabras en alemán que se sabía, al haber tomado un curso obligatorio de idioma en la universidad.
Los ojos de Klavier se abrieron exageradamente, y por el más pequeño instante, él pareció estar avergonzado mientras tocaba uno de sus anillos grises.
—Bueno, siéntense y los vamos a llamar —dijo el empleado de la cafetería con aburrimiento.
Y eso hicieron.
Los alumnos de la universidad, en cuyo comedor se encontraban Phoenix y Klavier, no se veían tan enérgicos y felices como en las fotos, todos los sentados a su alrededor se veían como si los exámenes fueran experiencias tan traumáticas como… como que manden preso a alguien inocente, lo que, honestamente, era igual de común que tener una gran roja y terrible mala nota en una hoja allí. Todos eran jóvenes, por supuesto, incluyendo Klavier. …Eso hizo que Phoenix se sintiera fuera de lugar.
Entonces, Klavier lo escuchó atentamente mientras narraba cada momento del examen como si se tratase de una película: “se me cayó el lápiz ahí, no sabía qué responder allí… tartamudee ahí, creo que usé la terminología incorrecta allí… El profesor me estaba sonriendo cuando terminé de hablar, ¡no sé si estaba sorprendido por mi habilidad o por mi estupidez!”
Y antes de que Phoenix se diera cuenta, ya había pasado más de una hora.
—Ah, em, ya tendría que irme. Gracias por venir a apoyarme, ¡lo aprecio mucho! —dijo Phoenix, Trucy ya iba a salir de la escuela y tenía que ir a buscarla.
—No es nada, Herr… digo, s-señor Wright.
Phoenix inclinó la cabeza.
—Oiga, una pregunta… ¿Por qué se niega a hablar con palabras en alemán conmigo aunque siempre las usa con todos? ¿Cree que no las entiendo?
Klavier se encogió, avergonzado.
—¡No! Es que… es que, a usted no le agrada mi acento, ¿no?
—¿Cuándo dije eso?
—Eh… bueno, cuando nos conocimos.
Phoenix se quedó en silencio un momento mientras pensaba en aquel juicio en el que se vieron por primera vez.
—Ah… Ya veo… yo me burlé de su acento o algo así en ese momento, ¿no? —se rió—. ¡Gavin, eso fue hace siete años! Obviamente ya no me importa.
—Ah, ¿en serio?
—Pues claro —respondió Phoenix—. ¿Estuvo pensando en eso todo este tiempo? No puede ser, jeje… ¡Falta que piense que todavía estoy enojado por lo que pasó o algo tonto como eso…!
Phoenix dijo eso a modo de broma, pero Klavier lo miró en silencio, como si hubiera roto un psico-candado.
—J-ja; por supuesto que no, eso sería tonto. Muy tonto. Eh… bueno, ¡lo veré luego y espero que sea en el tribunal, Herr Wright!
Phoenix y Klavier se despidieron el uno del otro. Phoenix salió de la universidad Ivy más tranquilo porque, al menos, Klavier creía en que le fue bien en el examen. Siendo Klavier un fiscal con años de experiencia, su apoyo le daba esperanzas.
Después, en el camino de vuelta, Phoenix frenó en su bicicleta mientras esperaba a que una señora pase por la calle... Entonces se quedó pensando en lo que le dijo Klavier antes de irse. Él parecía estar bastante nervioso, lo que era extraño.
“Dije eso de que sería tonto que me importe algo ocurrido hace siete años, pero Klavier parece sí darle importancia. ¿Es posible que él realmente piense que le tengo resentimiento por algo de ese juicio?” pensó Phoenix. “Nah, no creo…”
Mientras tanto, Klavier estaba preparándose para seguir con su recorrido en la universidad Ivy, mordiéndose las uñas porque creía que le caía mal a Phoenix pero aparentemente, estaba equivocado.
Klavier suspiró fuertemente mientras salía de un estadio, solo. Su show fue horrible, darlo con extraños fue horrible. Su mente inmediatamente empezó a divagar hacia Daryan y los miembros de la ex-banda de los Gavinners y cómo todos encajaban perfecto, a diferencia de él y esos músicos a los que pagó para que trabajen con él, para poder terminar la gira de los Gavinners al menos por sí solo.
Pero esa historia ya se había terminado. Prácticamente todos los que le importaban a Klavier estaban en la cárcel o encontraban que acercarse a él era demasiado problemático para sus carreras. Un ejemplo era su compañero de investigación, Daryan, que mató a alguien (¡Klavier aún no podía creerlo!), y sus ex compañeros de banda, que decidieron dejarlo, temiendo que la tormenta de Klavier Gavin podría arruinar sus reputaciones.
¡No le importaba! ¡En serio! Klavier estaba perfectamente bien sin ellos. ¿Y qué si, cuando manejaba su moto, esperaba tener un accidente?... ¿Había algún problema con eso? Esa idea pasó por la cabeza de cualquiera en algún momento.
Al diablo con lo que digan los periodistas sobre mí, pensó. Tal vez si se repetía eso a sí mismo lo suficiente, se convertiría en una realidad. Pero... en realidad sí le importaba, mucho. Le importaba lo que dijera la gente más que cualquier otra cosa…
Sintiéndose cansado, decidió hacer una parada en algún bar al azar; de todos modos ningún fanático estaría ahí para gritar de emoción al verlo esta vez y estaría tranquilo. Decidió ir específicamente al Borscht Bowl Club. Por el juicio de su hermano, Klavier sabía que Phoenix Wright trabajaba en este lugar, como jugador de póker o algo así. Klavier no estaba particularmente emocionado ante la posibilidad de encontrárselo allí ese día... pero un poco esperaba que así fuera.
Mucha gente insultaba a Klavier en internet, gente que ni siquiera conocía y que lo acusaba de cosas hiperbólicas, como inventarse toda la cosa de que Daryan es un asesino para que nadie más pudiera ser la estrella de la banda... ¡¿Cómo?!
Pero si Klavier viese a Phoenix, y se enterase de que Phoenix efectivamente estaba enojado con él, por raro que suene eso... Klavier se sentiría un poco mejor, porque entonces, finalmente, alguien le diría algo que realmente tenía sentido para él.
¿Cuánto tiempo había pasado desde que algo tuvo sentido en su vida en absoluto?...
Las primeras cosas que Klavier notó sobre el extraño bar fueron que, en primer lugar: estaba lleno de nieve falsa, y en segundo lugar: no servían vino, solo jugo de uva (el personal no podía permitir que la gente apostara mientras estaba borracha. Aparentemente apostar estaba bien, pero emborracharse no... en un bar). Lo tercero fue la forma en que Phoenix lo miraba ocasionalmente mientras tocaba el piano cerca de las mesas, y oh, ¡era tan, tan terriblemente malo tocando ese instrumento!
Phoenix podría haberse sentido avergonzado de tocar el piano tan horriblemente como para hacer sangrar los oídos de un hombre sordo, pero cuando sus ojos se encontraron, Phoenix sonrió un poco y saludó a Klavier con la mano, y mientras Klavier lo saludaba de vuelta, en su lugar fue él quien se sintió avergonzado.
-¿Qué tal, rockero? ¿Qué hace usted en un lugar como este?
-Bueno, incluso las estrellas de rock necesitan tomarse un descanso del estrellato a veces, ¿ja? -dijo mientras chasqueaba los dedos- Estaba en la ciudad y pensé que debería pasar a saludar…
-Entiendo. Pues, hola, entonces -respondió Phoenix con una sonrisa y se volteó hacia el piano otra vez- ¿Hay alguna canción que le gustaría que toque?
Klavier hizo su mejor esfuerzo por no hacer una mueca, y falló.
-No, gracias.
-Sí, ya sé que toco mal, pero preguntar si los clientes quieren una canción es parte de mi contrato -Phoenix explicó encogiéndose de hombros.
Pasaron unos segundos, y Klavier solo observó a Phoenix tratando de tocar el instrumento. Pensó en cuánto extrañaba cantar junto con la melodía de otro artista, un artista que realmente conociese.
Volvió a la razón por la que apareció en ese bar, tendría sentido si Phoenix estuviera enojado, insistía la mente de Klavier.
-¿Y no me va a decir nada? -Klavier le preguntó en voz baja.
Phoenix se enderezó.
-¿Sobre qué tema?
-Sobre... ¿que soy un mal fiscal que no investigó ningún caso lo suficiente o... ya sabe, todo eso?
-Nah -dijo Phoenix con simpleza- La gente ya le dice eso mucho. Es injustificado.
Klavier miró las manos de Phoenix mientras tocaba, pensativo. Creía que él estando enojado con él sería purificador... Pero esta alternativa también era agradable.
-Así que injustificado -murmuró para sí mismo.
Entonces, Phoenix siguió con su deber con el piano. A pesar de las notas desafinadas, Klavier lentamente comenzó a reconocer la canción.
-Espere, Herr Wright, ¿esa canción es... Amor Culpable?
Phoenix sonrió.
-¡Sí! Los clientes me dicen que toque sus canciones todo el tiempo, así que tuve que aprender algunas. Después de que les toco sus canciones... generalmente no vuelven a este bar.
Klavier lo miró con una expresión sorprendida y divertida.
-Si, claro... dígale “aprender” si quiere…
-Je… perdón por destruir su trabajo así, ¡pero hasta que consiga un buen salario nadie va a escuchar una buena versión de sus canciones aquí!
-Eso es... bastante razonable en realidad. Oiga, me preguntaba... Usted dijo, en su juicio, que sabe tocar bien una sola canción.
Phoenix miró hacia abajo, nostálgico y... ¿triste?
-Ajá. ¿Qué tal si la toco para usted, fiscal Gavin... pero le damos un poco de sabor?
Klavier sonrió con ilusión.
-¿Quiere tocar usted y yo canto la canción?
-Eso sería genial…
Felizmente, Phoenix comenzó a tocar otra canción, era tranquila y hermosa. Klavier escuchó atentamente, y movió ligeramente la cabeza mientras seguía el ritmo.
-Me encanta. ¿Cómo se llama?
-La fragancia del café oscuro. Aunque en realidad no tiene letra, así que...
-Está bien, puedo improvisar.
Phoenix tocó la canción con cuidado, como lo había hecho durante años, ya que tenía un lugar muy especial en su corazón. Su viejo amigo Godot tal vez ya no estaba, pero esta canción que asociaba con él seguía igual de presente. Phoenix tenía una expresión ligeramente melancólica en su rostro, ya que ahora se sentía lo suficientemente cómodo con Klavier como para no pretender ser alguien tan relajado y alegre.
Entonces Phoenix cerró los ojos y simplemente escuchó a Klavier cantando, inventandose una letra en el momento, y se sintió feliz otra vez.
Cuando Phoenix dejó el arte para volverse abogado, tras el incidente con Dahlia Hawthorne, planeaba que fuera de forma permanente. Tras haber dibujado a su novia tantas veces y haber compartido el club de arte de su universidad con el fallecido Doug Swallow, Phoenix ya ni podía tocar un pincel sin que su mente se llenase de malos recuerdos… Cuando se encontró con la muerte y la traición en primera persona por primera vez.
Encontró otra pasión, la cuál obviamente era la abogacía, poder hacer justicia para sus clientes. Eso le traía una gran alegría y orgullo a diferencia del arte, al que Phoenix incluso empezó a odiar. En un mundo así, ¿a quién le importa el arte? A nadie realmente, a Phoenix solamente le traía dolor, ya que cada vez que terminaba una pintura nunca estaba feliz con ninguna. Cada vez que terminaba una pintura se arrepentía de haber gastado tanto tiempo en ella, nada de lo que hacía era bueno en su mente, y de un modo extraño los cumplidos que recibía por sus obras hacían que se sintiera peor. Tantas horas en un dibujo, y para qué, solamente era algo pasajero, no algo que valiese la pena hacer. Phoenix no sabía porqué siquiera seguía dibujando.
Al tener su propio bufete de abogados, ya no tenía el tiempo para ese tonto y arcaico hobby, con el tiempo, perdió la práctica y lo olvidó.
Pero entonces, cuando su carrera apenas estaba empezando a tomar vuelo, como un ave le dispararon en el medio de las nubes, su carrera fue destruida de un solo golpe en el juicio del mago Gramarye.
Phoenix fue inhabilitado por falsificación de evidencia, sin poder probar que era inocente, además ahora tenía una hija a la que cuidar, Trucy. Consiguió trabajo en un bar como pianista, sin embargo el sueldo no era suficiente.
***
Un día, sin tener más opción y a regañadientes, fue a una librería y se compró materiales para dibujar. Seguía teniendo ese rechazo hacia el arte, pero si su habilidad podía traerle dinero, iba a utilizarla.
Empezó con dibujos algo genéricos, de paisajes y pájaros, al mostrar su arte y con la ayuda de sus amigos consiguió un poco de visibilidad como artista, y pudo empezar a vender. No solo en una tienda online, también asistía a ferias y vendía sus pinturas, o hacía retratos de la gente que pasaba por su puesto en el momento.
Uno de esos días, al estar sentado en su puesto en una feria, sobre una sábana en el césped la cuál estaba llena de dibujos, Phoenix pensó que no tendría ventas porque los otros puestos tenían cosas más interesantes. Decidió escuchar música en sus auriculares, de todos modos nadie se acercaría a preguntar el precio de sus pinturas.
Como si fuera una señal de lo contrario, cuando Phoenix se quedó mirando el césped mientras oía sus canciones, este fue oscurecido por la sombra de una persona.
Efectivamente alguien se había acercado a su puesto. Phoenix, con apuro, pausó la música, se sacó los auriculares y levantó la mirada. Le sonrió al posible cliente.
—Hola, siéntete libre de mirar los dibujos y avísame si necesitas algo.
La persona, que parecía ser una adolescente, se quedó mirando los dibujos por unos minutos. En su impaciencia, Phoenix notó un rostro familiar en la remera de la chica, tenía puesta una de Los Gavinners, en la que aparecía Klavier Gavin en primer plano.
Phoenix miró hacia otra parte, ese joven solamente se había vuelto más y más famoso desde que sus caminos se cruzaron tres años atrás, cuando la carrera de Phoenix fue arruinada. Obviamente, él lo odiaba, su actitud despreocupada y arrogante hacía que su derrota ante él fuese más insultante y humillante.
—Eh, ¿usted hace retratos en el momento verdad?
—Así es.
—¿Puede hacerme un dibujo de Klavier y Daryan por favor? —dijo la adolescente mientras sacaba su billetera.
Phoenix forzó una sonrisa y dijo que sí. Usando una imagen de referencia, comenzó a dibujarlos, odiaba ver la cara de Klavier y mucho más en su propio lienzo, pero necesitaba el dinero.
Tras unos minutos, terminó el dibujo y la clienta le pagó. Cuando se fue, Phoenix suspiró, esperaba que nadie nunca le vuelva a pedir que dibuje a ese fiscal.
Sin embargo, al darle su carta con su cuenta de arte a la niña junto con el dibujo, con la esperanza de que sus dibujos llegasen a más personas… Ahora los fans de los Gavinners estaban fascinados con su arte, por lo que desde ese día, solo recibía comisiones de esa banda, especialmente de Klavier.
Phoenix consiguió lo que quería, dinero, ¿pero a qué costo? Ahora debía ver la cara de quien arruinó su vida todos los días, dibujada por sus propias manos.
***
El tiempo pasó y Phoenix se dio cuenta de que Klavier no era el culpable de su inhabilitación - era quién hasta ese momento, estúpidamente, había visto como su amigo… Kristoph, el hermano mayor de Klavier.
En retrospectiva, era algo bastante obvio, ¿por qué Kristoph sería tan amable con él de repente? Solamente se podía explicar con que estaba intentando evitar las sospechas de Phoenix al pretender ser bueno.
Phoenix no era tonto, claro que sospechaba de él en el fondo, pero con toda la ayuda económica que le dio, y el apoyo emocional como su amigo, quería conservar su vínculo falso por un rato más.
Pero si quería limpiar su nombre y mantener a Trucy a salvo, debía dejar de mentirse a sí mismo y hacer de probar la culpabilidad de Kristoph su prioridad.
Phoenix, una vez más, recibió una comisión de Klavier, esta vez no sufrió cada segundo al dibujarlo, más bien sintió tristeza al haber depositado tanto odio en él en vano.
Dibujó sus rasgos con más cuidado, agregó un brillo en sus ojos, un ritmo a los mechones de su cabello, una sonrisa más genuina, una que en su mente tendría Klavier cuando se sepa la verdad. Porque el fiscal, aunque en menor medida, también fue cuestionado por todos al acusar a Phoenix de falsificación; los que estaban del lado de Phoenix veían a Klavier como un fraude, lo que obligó a Klavier a irse a Alemania y a enfocarse en su carrera como artista, al no ser bienvenido en la fiscalía.
Pero si Phoenix mostraba la verdad, sin importar cuánto tiempo le tomase… entonces ninguno de los dos tendría que lidiar con el peso de todas las mentiras de Kristoph.
Y poco a poco, Phoenix dejó de odiar al lápiz en su mano.
***
Klavier Gavin se convirtió en la persona que más frecuentaba las hojas de los cuadernos de Phoenix. Phoenix veía a alguien vestido bonito, y luego dibujaba a Klavier con esa ropa. Veía una tendencia nueva en la comunidad artística, dibujaba algo de Klavier al respecto. En internet, era conocido como “un simple fan de los Gavinners”, y era un artista querido por los fans de Klavier al siempre tener algún dibujo nuevo de él.
Aprendió a dibujar su cabello, al ver las cosas de su rostro que lo diferenciaban de su hermano, lentamente y sin que se diera cuenta, se había convertido en su amor platónico, en su celebrity crush.
Phoenix se sintió muy avergonzado al darse cuenta, porque cualquiera podría enamorarse a la distancia de aquel rockero, pero no Phoenix Wright, eso era extraño e inaceptable considerando su historia.
De todos modos, Phoenix siguió dibujándolo, cuán diferente era el Klavier real del que vivía en su arte sería un problema para más tarde.
***
De repente, ya habían pasado siete años, Trucy ya era Trucy Wright y Enigmar había sido olvidado hace mucho tiempo. Zak reapareció una última vez en el juicio de Phoenix por su asesinato, en aquel juicio finalmente Kristoph fue a prisión, pero la misión de Phoenix apenas estaba empezando.
***
Fue atropellado, y después de haber sido visitado por Apollo y Trucy - que estaban investigando un homicidio, aunque aún no lo sabían - otra visita apareció.
Era Klavier, que tenía una expresión seria en el rostro, sus hombros estaban tensos y parecía llevar algo tras la espalda.
—Ah… Hola, Gavin. ¿Qué lo trae por aquí? No lo esperaba —dijo Phoenix tranquilamente desde la cama del hospital, aunque su corazón latía rápido. Era la primera vez que se veían en persona desde hace años.
—Hola… —Klavier parecía tan perdido como él—. ¿Oí del Señor Frente que usted fue atropellado…?
Phoenix sonrió ligeramente.
—Sí, pero parece que olvidó mencionar que solamente me torcí el tobillo…
—Ya veo…
Phoenix no pudo evitar quedarse mirando su cara, comparaba mentalmente sus dibujos de él con la persona real que estaba parada en medio de la habitación nerviosamente.
—No creo que haya venido aquí al estar abrumado por preocupación por mí, así que hable —dijo Phoenix.
—Por supuesto que no es por eso. Verá, mí hermano… fui a visitarlo, y él me dijo que… realmente mató a Shadi Smith —Klavier miró a Phoenix—. Usted cenó con mi hermano esa noche. Necesito que me diga todo lo que sabe; él nunca haría algo así de la nada.
Phoenix suspiró un poco, y se sentó.
—Está bien… creo que ya puedo decir lo que sé, ¿verdad?
Phoenix le explicó lo que ocurrió esa noche en el Borscht Bowl Club, ambos sabían que Shadi Smith era Zak Gramarye, pero ninguno de los dos lo mencionó en aquel momento. Pues, Phoenix no sabía si Klavier estaba listo para aceptar todo lo que hizo su hermano. Que aceptara la culpa de al menos un crimen era suficiente por el momento.
Pero entonces, antes de que Klavier se fuera, él pareció estar indeciso entre agregar algo más o irse… decidió ir por lo primero.
—Una cosa más, Herr Wright…
—¿Sí?
—Hace siete años… usted no se defendió cuando lo acusé de falsificación. Pero, ¿realmente es culpable?
Ah, lo estaba subestimando.
—¿Si soy realmente culpable? Pues no tengo ninguna prueba de mi inocencia, ¿o no? —Hizo una pausa—. Pero yo también tengo una pregunta para ti. Si fuera inocente… ¿Tú me ayudarías a mostrar la verdad?
Klavier se quedó en silencio por un momento. Luego, asintió ligeramente.
—Lo que más importa es la verdad.
Phoenix sonrió una vez más.
—Para haber estado en lados opuestos en el tribunal… nuestros ideales son bastante parecidos.
—Ja… al menos los ideales que usted aparentaba tener —dijo Klavier, y luego, le mostró lo que llevaba escondido a sus espaldas.
Era un postre dentro de una caja de plástico… Phoenix se lo quedó mirando con confusión.
—Ah, ¿y eso?
—Mohnstrudel… un strudel relleno de semillas de amapola… Es un postre realmente delicioso, seguramente le hará sentir mejor mientras está en este hospital.
Phoenix se quedó en shock por un momento, esa acción no encajaba para nada con el fiscal que había conocido antes, el que lo había acusado de algo terrible tan firmemente. Sonrió, algo avergonzado, y tomó el regalo.
—Muchas gracias, Gavin… aunque yo me voy esta tarde, no creo poder terminarlo todo antes de irme.
Klavier le sonrió de vuelta, también avergonzado.
—Podemos compartirlo…
—Bueno.
Klavier agarró una silla, se sentó junto a la cama, y ambos comieron. Se veía hermoso incluso en la luz fría de ese cuarto en el hospital.
No eran siquiera amigos aún, pero por lo menos, ese momento parecía ser una tregua en medio de su interminable conflicto.
Quizá Klavier si podía ayudarlo con el Sistema MASON.
Quizá nunca tuvieron razón alguna para ser enemigos.
Después de un rato, Phoenix lo vio irse, y agradeció que el arte lo haya ayudado a suavizar su visión de Klavier.
***
Phoenix lo dibujó una y otra vez, y otra vez, y a ese postre que le trajo y a su nuevo corte de cabello una vez que todo terminó.
Nadie podía saber cuánto habían crecido sus sentimientos por Klavier; solamente su pincel, al que ya no miraba con odio, sino con confianza de que podía guardar sus secretos con cada uno de sus trazos.
Continuará con más historias...